viernes, 7 de febrero de 2014

De vuelta al tiempo sin derechos

        Hoy estoy sentado en mi tejado y me quiero poner los anteojos de ver más, tanto en cantidad como en distancia. Quiero ver la sociedad en la que nos ha tocado vivir y recapacitar, desde mi ignorancia, en ella, e indignarme con lo que no consigo a entender.

        Por allá por el siglo XVII se llevaba en Europa aquello del Absolutismo. Concepto político en el que se acomodaban los reyes europeos, impidiendo al pueblo, a cambio de sueños de ilustraciones vacias, que los levantaran de sus tronos. Quizás te suene más aquello del Despotismo Ilustrado, tal y como nos lo explicaban en aquellas aburridas y somnolientas clases de Sociales. Aquello de "Todo para el pueblo, pero sin el pueblo" o como se pronunciaba en francés "Tout pour le peuple, rien par le peuple".

      No quisiera hacerlo, pero pienso que hemos retrocedido hasta entonces, e incluso más atrás, por lo menos, y no me llaméis loco, hasta la Edad Media. A aquella época de nuestra historia en la que los señores feudales acosaban a sus siervos cobrándoles grandes impuestos y haciéndoles trabajar en tierras que nunca le pertenecerían, para que dichos acaudalados señores, siguieran enriqueciéndose y construyendo, con el amargo, desdichado e impagado trabajo de los plebeyos, aquellos grandiosos y fastuosos palacios, llenos de riquezas.

     Y me pregunto, ¿dónde está el pueblo ahora?. Me gustaría saber donde está esta sociedad engañada, pisoteada y vapuleada. Derrotada y abatida sociedad, acallada por los señores feudales de la actualidad. Señores que nos roban, que se creen con el derecho a engañarnos, contándonos, como hacian en la edad feudal, que si suben los impuestos, es por nuestro bien, para que podamos vivir mejor. ¿Mejor?, ¿quién?, ¿nosotros o ellos?. Y nos dejamos engañar. Caciques afeudalados que están en sus cargos porque el pueblo así lo ha decidido. Son ellos los que, además de una manera vocacional, deberían estar trabajando para nosotros y no nosotros, trabajando y exprimiendo nuestros derechos para que ellos, vivan en la opulencia.

      Políticos apoltronados en los que el pueblo ha dejado de creer y a los que les dá lo mismo bajo que siglas están gobernando, por muy sociales que puedan parecer. No dejan, no quieren dejar pasar a la sabia nueva, a los nuevos entendimientos que tanto está pidiendo la ciudadanía, porque hace falta un cambio en el timón de este barco. Pero no lo quieren ver. Estar ahí arriba, en su trono, les quita visión, cuando lo normal a esa altura es que tuvieran otra mucho más amplia.

     Sociedad pisoteada y acallada por las voces del poder absoluto y dictatorial y a la que, so pena de golpes que te hundan aún más en la miseria, no nos dejan expresarnos, quejarnos y levantarnos para exponer nuestras inquietudes.

      Justicia injusta que ya no es ciega, que ya sabe donde mirar, a la que le quitaron la venda que le otorgaba la justa justicia y a la que en su brazo, en lugar de balanza pusieron grandes fajos de adulterado dinero. Defensa del pueblo sin defensa, ya que a aquellos togados que pretenden desenmascarar a los verdaderos corruptos, son derrocados, apartados y expulsados por querer ser justos, por querer actuar bajo la verdadera justicia y sacar a la luz, para que el pueblo lo sepa y conozcan a los verdaderos ladrones, los que roban al pueblo para seguir enriqueciéndose, sigan quedando impunes y en libertad.

     Dirigentes que los arrancaron de nuestras manos y nos despojaron de nuestros derechos. Esos derechos por los que nuestros antepasados tanto lucharon, incluso llegando a dar su vida por ellos. Derechos pisoteados y entregados a los que se enriquecen a cuenta de quitárselos a los que lo tenían por derecho. Esos que siguen enriqueciéndose y cuando las cosas no les han ido bien y han empezado a ganar menos, han hurgado en los salarios, en los tiempos de trabajo de sus trabajadores para seguir quitandoles y así ellos seguir teniendo más.

     Sociedad engañada que se deja llevar por la farándula, por la mentira de la caja tonta y la mayor red mundial, y que ha dejado de lado la verdadera cultura. Aquella, que aquellos maestros por vocación, nos metieron a cuenta de que entrara la letra, aunque con sangre fuera. Juventud que vive al pie del abismo de la ignorancia, del creer que saben y que cada día se apartan más del camino correcto de la enseñanza, apoyada por los que gobiernan y sus reformas, ahora hacía este lado y a los cuatro años para el otro. Cambios que pretenden aborregar y cerrar las puertas a los que a pesar de querer, no pueden y así de esa manera no puedan entorpecer el camino de sus pobres hijos ricos, aunque ellos puedan pero no quieran. Si alguien algún día es alguien, será por la cantidad de dinero que tenga y no por la cantidad de conocimiento que haya adquirido. De esa manera, los hijos de los ladrones, podrán seguir robando a los hijos de los robados.

     Arrogantes, prepotentes políticos. Dirigentes que se burlan de todos en nuestras propias narices. Nosotros, callados, sumisos, agachando nuestras cabezas para seguir recibiendo golpes. Silencio de corderos cobardes que no emiten ningún ruido cuando mueren, cuando son arrojados de sus hogares. Lágrimas que no doblegarán el paso firme y cruel del banquero ladrón y ambicioso que como el caballo de Átila, va destruyendo todo lo que toca y que se creen el Rey Midas.

     Derechos perdidos, pisoteados. Sólo nos queda patalear, pero que no nos oigan. Lo haremos en voz baja para no despertar de su sueño a los que creen que esto será para siempre. Quizás cuando se den cuenta del mundo de cristal en el que viven sea tarde y todo esté hecho añicos. ¿Hasta cuándo preténdeis seguir enriqueciendo materialmente vuestras vidas?. Algún día todo se acabará. Quizás hayamos retrocedido tanto que volvamos al trueque y lo que de verdad tenga valor sea el trabajo hecho con las manos. En eso si que perdéis y ya no seréis nadie. Quizás entonces, y dejadme que viva en ese sueño, el pueblo se rebele y os levante de vuestras poltronas. Entonces os daréis cuenta que durante todo este tiempo, hayáis estado sentado sobre vuestra propia mierda.